miércoles, 25 de noviembre de 2015

En el monte Horeb



[actualización a 10/5/2020: lo expresado en esta entrada suponía la prédica de los Testigos en la segunda mitad de la "septuagésima semana", pero es de notar que lo hacen en calidad de "Testigos resucitados", expresión fiel de los Testigos que son la Iglesia 'pre conciliar' que va de 1917 a 1958 en lo que implicaron como defensores de la Doctrina o de la Ley o del espíritu monacal tradicional]


Ya en la primera época del blog habíamos efectuado la aplicación exegética de dotar a la Fraternidad fundada por Monseñor Lefebvre -en sus ramas sacerdotal y monástica- de las características de Elías y Enoc. Lo mantenemos y vamos a desarrollar en esta entrada. La predicación de estos dos Testigos, Olivos o Candeleros (Ap 11, 11) tiene como espacio temporal el mismo que va desde la Supresión del Sacrificio hasta un tiempo cuyo término está señalado por los "tres años y medio" (Dn 7, 25), "dos mil trescientas tardes y mañanas" (Dn 7, 14), "cuarenta y dos meses" (Ap 13, 5) y por los "mil doscientos sesenta días" (Ap 11, 3). Siendo dicha época el tiempo en que vivimos no se ha presentado, que hayamos advertido, ninguna persona que reúna los atributos de aquellos profetas veterotestamentarios y a los que podamos adjudicar ser los Profetas redivivos o con su "espíritu" (Lc 1, 17). No cabe otra posiblidad de que se trate entonces de una "persona moral" -al igual, por otra parte, que los agentes del mal llamados "Bestia del mar" y "Bestia de la tierra"- y esa no puede ser otra que la Fraternidad o Hermandad Sacerdotal San Pío X. No obstante, cabe la posibilidad que el testimonio se refiera a ella y a su feligresía, quienes entonces, a imagen de los "tipos" del Antiguo testamento, esto es, Josué y Zorobabel (Esdras 3, 8-13), vendrían a ser el Sacerdocio y el poder secular. 

La adjudicación que presentamos ya había sido propuesta por algún autor de la antiguedad, pero aplicada a los Jesuitas: "...estos nuevos misioneros deben estar representados por los dos testigos, y ellos son la ilustre Compañía de Jesús...y por sus Jefes, San Ignacio y San Javier, los cuales rinden un doble testimonio, uno en en el Templo (la Iglesia) y el otro entre los pueblos infieles (el atrio fuera del Templo)" ("Héptameron , ou les sept premiers jours de la creation du monde et les sept ages de l' Eglise chrétienne" por Cyrille Lefebvre, 1825, p. 244).

Al igual que su "tipo", la FSSPX "restableció el altar que estaba arruinado" y se opuso a los profetas de Baal modernos o modernistas (1 Reyes, 18)  y las comunidades monásticas amigas, constituyen una muestra de penitencia para las gentes (Ecl 44, 16). Resta aclarar el punto relativo a la otra misión de Elías, la de "restaurarlo todo" o la de "volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres" (Mal 4, 2-6) y la de "restaurar las tribus de Jacob" (Ecl 48, 10). La restauración es la misma que la de San Pío X, el "restaurarlo todo en Cristo" de quien Elías es precursor o,  al igual que San Juan Bautista (Elías "en espíritu") el de "allanar los caminos del Señor" (preparar su Venida). El "volver el corazón..." que siempre se entendió en relación con la conversión futura de los hebreos, puede entenderse de la Tradición respecto de las generación última en la Iglesia actual de Laodicea, siendo que los "tradicionalistas" representan a la Iglesia de Filadelfia (la que va de Pío VII a Pío XII). Lo de la "restauración de las tribus de Jacob" admite dos acepciones: en general se entiende que refiere a la descendencia carnal de Jacob, pero otros entienden que alude al pueblo de Dios en su plenitud. En ésta última acepción, la misión de la FSSPX se vé aclarada de la siguiente forma: el Testimonio dado en medio de la apostasía finalmente es entendido por la Iglesia cuando se produce la reivindicación de la Tradición ("resurrección del Testigo") concomitante o significada por un "gran terremoto" y por la expresión "y los restantes dieron gloria al Dios del Cielo" (Ap 11, 13). En la primera acepción, la explicación deviene más complicada, si bien algunos sostienen que las "tribus de Jacob" (al menos las que evocarían a las "diez tribus perdidas") se encontrarían dispersas y mezcladas entre todas las naciones, siendo en tal caso posible que el mensaje de la Tradición las alcanzara.

Así las cosas, no hay lugar escriturístico para una "defección" de los Testigos elegidos por Dios. A éstos, la "Bestia que sube del abismo" les "hace la guerra, los vence y los mata" pero luego son "resucitados a la vista de sus enemigos" (Ap 11, 12-13). Si hubieran previamente fallado en su misión no sería necesario ensalzarlos luego. Tampoco hay lugar para considerar una suerte de subrogación en el Testigo, puesto que se alude a un único testimonio en un mismo lapso de tiempo el cual no ha finalizado aún.



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